Un polvo brillante y rojo mancha las laÌpidas de maÌrmol blanco del cementerio de Taranto, una ciudad de 200.000 habitantes situada en la regioÌn de Puglia, el tacoÌn de la bota de Italia. Es el resto del oÌxido que deja la lluvia de mineral, partiÌculas de polvo que diÌa a diÌa caen sobre esta localidad del sur de Italia. Lluvia de polvo rojo oscuro que no cesa. No cae del cielo.Viene desde Ilva, la faÌbrica de acero que lleva varias deÌcadas contaminando la poblacioÌn.
Son las doce del mediodiÌa, hay un silencio total, y nadie visita el cementerio. Las siluetas de las tumbas y retratos enmarcados de los difuntos perfilan el cielo de la ciudad. Algunas de las imaÌgenes de los ausentes se han difuminado. El polvo de hierro las ha erosionado. Al fondo, la visioÌn de las chimeneas humeantes de Ilva, la mayor aceriÌa de Europa.Hay datos de una mortalidad infantil un 21% superior a la media del paiÌs. Datos elevados de leucemia, caÌncer cerebral y linfomasLos anaÌlisis encargados por la organizacioÌn ecologista italiana Peacelink y su presidente, el profesor Alessandro Marescotti, han documentado la presencia de plomo en la sangre de los niños. Hay datos de una mortalidad infantil un 21% superior a la media del paiÌs. Datos elevados de leucemia, caÌncer cerebral y linfomas.
Hace algunos años se encontraron restos de varios quiÌmicos en la ganaderiÌa de la zona y el pastoreo estaÌ prohibido en 20 kilómetros alrededor de la zona de Ilva. Los ambientalistas locales alertan tambieÌn de esta contaminacioÌn en la carne, los vegetales e incluso en la leche materna.
Antes de establecerse la faÌbrica, esta zona de Italia bañada por dos mares era famosa por la calidad de sus ostras. Ahora los mejillones --tambieÌn contaminados-- los venden en pescaderiÌas y restaurantes de todo Taranto. La siderúrgica Ilva, con una superficie más de dos veces mayor que la de la ciudad, extrae agua del Mar Piccolo, con la que refrigera las instalaciones de la faÌbrica, para luego volver a echarla al Mar Grande. Las posibilidades turiÌsticas de un lugar histoÌrico, y situado en un enclave privilegiado en Europa, han sido sacrificadas por una poliÌtica municipal enfocada solo en la produccioÌn de acero, gas y combustible. La aceriÌa y todas sus empresas sateÌlite han ganado. Los turistas tienen miedo de ir a un destino tan contaminado. Hasta las guiÌas para viajeros alertan de ello.”El agua del grifo sale negra, y los diÌas de viento se ve cómo vuela el polvo de mineral, pero no voy a decir nada maÌs, ni me haga una foto. Mi marido y mi cuñado trabajan alliÌ”, dice una vecina que se asoma por la ventana de su casa situada cerca de una de las entradas de la faÌbrica. Una de las estrategias que tiene la faÌbrica es contratar a familias enteras. AsiÌ logra su estabilidad social, y la dependencia de su personal.
“AtencioÌn!!! Ciudad contaminada”, es un grito que se lee en varias paredes del barrio de Tamburi, junto con el dibujo de una cara cubierta por una maÌscara. En Taranto, todos tienen un amigo o familiar viÌctima de la contaminacioÌn de la faÌbrica de acero. Trabajo y cáncer o desempleo y pobreza. Los trabajadores de la faÌbrica prefieren mantener sus puestos, aunque desde 1991 Taranto estaÌ calificada como "zona de alto riesgo ambiental".
En la ViÌa Lisippo, la calle de viviendas maÌs cercana a la siderurgia, hay una placa en la fachada de la casa donde vivioÌ Giuseppe Corisi, trabajador de la faÌbrica ya fallecido: “EneÌsimo fallecido por neoplasia pulmonar. Tamburi (Taranto). 8 de marzo de 2012”.Un polvo brillante y rojo mancha las laÌpidas de maÌrmol blanco del cementerio de Taranto, una ciudad de 200.000 habitantes situada en la regioÌn de Puglia, el tacoÌn de la bota de Italia. Es el resto del oÌxido que deja la lluvia de mineral, partiÌculas de polvo que diÌa a diÌa caen sobre esta localidad del sur de Italia. Lluvia de polvo rojo oscuro que no cesa. No cae del cielo.Viene desde Ilva, la faÌbrica de acero que lleva varias deÌcadas contaminando la poblacioÌn.
Son las doce del mediodiÌa, hay un silencio total, y nadie visita el cementerio. Las siluetas de las tumbas y retratos enmarcados de los difuntos perfilan el cielo de la ciudad. Algunas de las imaÌgenes de los ausentes se han difuminado. El polvo de hierro las ha erosionado. Al fondo, la visioÌn de las chimeneas humeantes de Ilva, la mayor aceriÌa de Europa.Hay datos de una mortalidad infantil un 21% superior a la media del paiÌs. Datos elevados de leucemia, caÌncer cerebral y linfomasLos anaÌlisis encargados por la organizacioÌn ecologista italiana Peacelink y su presidente, el profesor Alessandro Marescotti, han documentado la presencia de plomo en la sangre de los niños. Hay datos de una mortalidad infantil un 21% superior a la media del paiÌs. Datos elevados de leucemia, caÌncer cerebral y linfomas.
Hace algunos años se encontraron restos de varios quiÌmicos en la ganaderiÌa de la zona y el pastoreo estaÌ prohibido en 20 kilómetros alrededor de la zona de Ilva. Los ambientalistas locales alertan tambieÌn de esta contaminacioÌn en la carne, los vegetales e incluso en la leche materna.
Antes de establecerse la faÌbrica, esta zona de Italia bañada por dos mares era famosa por la calidad de sus ostras. Ahora los mejillones --tambieÌn contaminados-- los venden en pescaderiÌas y restaurantes de todo Taranto. La siderúrgica Ilva, con una superficie más de dos veces mayor que la de la ciudad, extrae agua del Mar Piccolo, con la que refrigera las instalaciones de la faÌbrica, para luego volver a echarla al Mar Grande. Las posibilidades turiÌsticas de un lugar histoÌrico, y situado en un enclave privilegiado en Europa, han sido sacrificadas por una poliÌtica municipal enfocada solo en la produccioÌn de acero, gas y combustible. La aceriÌa y todas sus empresas sateÌlite han ganado. Los turistas tienen miedo de ir a un destino tan contaminado. Hasta las guiÌas para viajeros alertan de ello.”El agua del grifo sale negra, y los diÌas de viento se ve cómo vuela el polvo de mineral, pero no voy a decir nada maÌs, ni me haga una foto. Mi marido y mi cuñado trabajan alliÌ”, dice una vecina que se asoma por la ventana de su casa situada cerca de una de las entradas de la faÌbrica. Una de las estrategias que tiene la faÌbrica es contratar a familias enteras. AsiÌ logra su estabilidad social, y la dependencia de su personal.
“AtencioÌn!!! Ciudad contaminada”, es un grito que se lee en varias paredes del barrio de Tamburi, junto con el dibujo de una cara cubierta por una maÌscara. En Taranto, todos tienen un amigo o familiar viÌctima de la contaminacioÌn de la faÌbrica de acero. Trabajo y cáncer o desempleo y pobreza. Los trabajadores de la faÌbrica prefieren mantener sus puestos, aunque desde 1991 Taranto estaÌ calificada como "zona de alto riesgo ambiental".
En la ViÌa Lisippo, la calle de viviendas maÌs cercana a la siderurgia, hay una placa en la fachada de la casa donde vivioÌ Giuseppe Corisi, trabajador de la faÌbrica ya fallecido: “EneÌsimo fallecido por neoplasia pulmonar. Tamburi (Taranto). 8 de marzo de 2012”.